Flores en la mesa sí… pero dentro del plato

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Las flores, además de vestir de forma elegante y vistosa las mesas en bellos bouquets, también dan el salto del jarrón al plato para sorprender a todos los paladares. Aportan un toque de distinción, color y fragancia, al tiempo que son una fuente rica en vitaminas, fibra, minerales y antioxidantes muy beneficiosa para el organismo, al tiempo que ayudan a bajar los niveles de colesterol.

Resulta preciso puntualizar que las flores comestibles son aquellas que pueden ser consumidas con seguridad y, aunque hay quien pueda pensar (erróneamente) que se trata de algo novedoso en la cocina gourmet y de vanguardia, forman parte desde siempre en las recetas más tradicionales. La alcachofa, la coliflor, el brócoli, el clavo de olor y el azafrán son flores que siempre han formado parte de nuestra dieta.

De entre todas las flores de la huerta nos quedamos, sin duda, con la Flor de Calabacín, por su sabor fino y delicado, ligeramente dulce pero con un cierto toque amargo, y por su apariencia elegante, de color amarillo intenso y textura crocante.

En King Courgette ya hemos explicado en artículos anterior que el calabacín necesita exposición solar y temperaturas cálidas o templadas, entre 18ºC y 25ºC. Es una planta que exige un riego periódico, ya que si se tiene carencia en ese sentido se provoca la caída de las preciadas flores.

La siembra se puede realizar bien entrada la primavera o a principios de verano. Es en esta estación cuando empiezan a florecer, por lo que sólo se consume hasta que finaliza. Al estar unida al fruto, cortar la flor implica detener su crecimiento, por lo que se recomienda no hacerlo hasta el momento de la recolección.

La flor de calabacín puede estar abierta o cerrada. La forma en la que esté no altera el sabor de la comida, pero la predispone para hacer algunas recetas. Es importante que tenga un color brillante y una consistencia suficiente para mantener la forma.

Lo ideal es recogerlas a primera hora de la mañana y consumirlas ese mismo día, aunque si se guardan en el frigorífico en un recipiente cerrado pueden aguantar hasta dos días. Se lavan con cuidado en un recipiente con un poco de agua. Se secan con delicadeza y se reservan hasta el momento de ser cocinadas. Antes de pasar por los fogones, hay que abrirlas suavemente y cortar el pistilo con unas tijeras, ya que se si se deja produce algo de amargor.

El mayor uso de flores en la cocina ha hecho que se popularice su venta y cada vez resulte menos complicado encontrarlas. Se pueden adquirir en los mercados de agricultores locales, en las tiendas de alimentos gourmet, en establecimientos de alimentos naturales o a través de Internet.

La flor de calabacín es muy utilizada en la gastronomía mediterránea, italiana, mexicana y japonesa, en las que está consideran un manjar delicado al tener el gusto propio del calabacín, pero un sabor más suave y fino.

Se elaboran fritas, rellenas, cocidas, al vapor, en sopas, ensaladas o en cremas. Entre las recetas más populares se encuentran las flores rellenas de queso o patata, en tempura y en crujiente y con pasta fresca. Estas flores son, además, una excelente guarnición para carnes, pescados, mariscos y quesos.